miércoles, 28 de diciembre de 2016

Streamint Egos. Digital Identities (E-book)


Do you want to know more about the outcome of the Streaming Egos project? What were the contributions from the different countries? What were the most relevant issues that emerged during the project? What do project participants think about digital identity, the concept of national identity and the role of digital media in shaping identities?


Check out the Streaming Egos ebook, produced by Digicult. You can browse it or download it for free, either in pdf format or as ePub.

jueves, 22 de diciembre de 2016

Man, Android and Machine - Philip K. Dick (1975)


Within the universe there exist fierce cold things, which I have given the name "machines" to. Their behavior frightens me, especially if it imitates human behavior so well that I get the uncomfortable sense that these things are trying to pass themselves off as humans but are not. I call them "androids," which is my own way of using that word. By "android" I do not mean a sincere attempt to create in the laboratory a human being (as we saw in the excellent TV film The Questor Tapes). I mean a thing somehow generated to deceive us in a cruel way, to cause us to think it to be one of ourselves. Made in a laboratory -- that aspect is not meaningful to me; the entire universe is one vast laboratory, and out of it come sly and cruel entities which smile as they reach out to shake hands. But their handshake is the grip of death, and their smile has the coldness of the grave. 

These creatures are among us, although morphologically they do not differ from us; we must not posit a difference of essence, but a difference of behavior. In my science fiction I write about about them constantly. Sometimes they themselves do not know they are androids. Like Rachel Rosen, they can be pretty but somehow lack something; or, like Pris in WE CAN BUILD YOU, they can be absolutely born of a human womb and even desing androids -- the Abraham Lincoln one in that book -- and themselves be without warmth; they then fall within the clinical entity "schizoid," which means lacking proper feeling. I am sure we mean the same thing here, with the emphasis on the word "thing." A human being without the proper empathy or feeling is the same as an android built so as to lack it, either by design or mistake. We mean, basically, someone who does not care about the fate which his fellow living creatures fall victim to; he stands detached, a spectator, acting out by his indifference John Donne's theorem that "No man is an island," but giving that theorem a twist: that which is a mental and a moral island is not a man

sábado, 17 de diciembre de 2016

Cuando ya no esté - Capítulo 5: El MIT y Nicholas Negroponte.

La sabiduría artificial está aquí

Los sistemas inteligentes nos ayudan a ser productivos, a comprar, a conducir de forma más segura y a digerir la avalancha de datos


La inteligencia artificial (AI, en sus siglas en inglés) es una disciplina dentro de la informática y la ingeniería cuyo objetivo es el desarrollo de sistemas inteligentes —capaces de aprender y adaptarse— tomando como referencia la inteligencia humana. Y de la misma manera que la inteligencia humana es diversa, compleja y múltiple, la inteligencia artificial también lo es. De hecho, hay numerosas ramas de estudio dentro de la AI, incluyendo la robótica, la percepción por ordenador (visión, reconocimiento del habla, etcétera), el aprendizaje automático, la planificación, el razonamiento, la representación del conocimiento, el procesamiento del lenguaje natural, las ciencias sociales computacionales…

La inteligencia artificial está sin duda viviendo una etapa dorada. Cada vez se habla más de ellos en los medios, aunque muchas veces en términos sensacionalistas. De hecho, cuando pensamos en AI a muchos nos viene a la cabeza una visión apocalíptica de robots humanoides que conquistan el planeta. Sin embargo, todos interaccionamos con sistemas de inteligencia artificial en nuestro día a día, todos los días. La AI ya impregna y enriquece nuestra vida cotidiana, pero ¿dónde se esconde?

 

El mito de las máquinas omnipotentes

Los ordenadores, por muy complejos que sean, carecen de capacidad para entender por qué hacen las cosas. Quedan barreras por romper

 

Rodney Brooks, uno de los padres de la robótica moderna (director desde 2004 hasta 2007 del famoso Laboratorio de Informática e Inteligencia Artificial del MIT) y creador de iRobot, la empresa con más beneficios en el sector hasta la fecha, dijo hace unas décadas: “Me han llamado conservador por decir que es probable que los robots no conquisten el mundo”.

Frente a algunas celebridades científicas y a la ciencia-ficción —que auguran un futuro catastrófico en el que la tecnología nos ha consumido—, los científicos e ingenieros que trabajamos en los sectores de la robótica y la inteligencia artificial (AI, en inglés) nos mostramos mucho más escépticos sobre el supuestamente desproporcionado auge de esas tecnologías en años venideros. ¿A qué se debe esta divergencia de opiniones tan marcada? Quienes auguran una catástrofe se basan en una premisa errónea: dan por hecho que, si la capacidad de proceso de las máquinas se dobla aproximadamente cada dos años (Ley de Moore), sucederá lo mismo con la inteligencia artificial. Pero esto no es así.

 

Construyendo mentes artificiales

Los últimos grandes avances en el campo de la inteligencia artificial se inspiran en el cerebro. 

Pero su objetivo no es imitarnos, sino superarnos en ciertas cosas

Si la inteligencia artificial persiguiera imitar el funcionamiento del cerebro humano, se enfrentaría a un escollo formidable: que aún no sabemos cómo funciona el cerebro humano. Pero ni el objetivo de esta tecnología vigorosa es solo ese, ni la estrategia de imitar al cerebro tiene que esperar a que lo entendamos todo sobre ese órgano fabuloso que llevamos dentro del cráneo. Incluso con el conocimiento fragmentario que tenemos sobre él, nuestro cerebro está sirviendo como una fuente de inspiración muy eficaz para los ingenieros, los científicos de la computación y los expertos en robótica. Y los resultados ya nos rodean por entero.

Como un pasajero asomado a la borda de un transatlántico, pasamos el día viajando sobre una maquinaria prodigiosa de la que entendemos muy poca cosa. El sistema de reconocimiento de voz con el que podemos hablar a Google es inteligencia artificial (AI, en sus siglas en inglés), como lo es ese circulito que identifica las caras de tus primas cuando vas a hacerles una foto. Que sean AI quiere decir que nadie ha programado allí tu voz ni la cara de tu prima, sino que el sistema aprende a reconocerlas a partir de la experiencia, como hace nuestro cerebro con la realidad impredecible de ahí fuera.